Harakiri a la colombiana
Cultura,
escolaridad, estatus y educación.
Hace un par
de días había comenzado mi editorial de la semana, y no habían pasado 48 horas
cuando brota en las redes sociales un hecho bochornoso de unos colombianos en
el estadio de fútbol en Rusia, el día que Colombia pierde con los japoneses.
No me detengo
en los hechos ya de todos conocidos, pero si algo que debemos rescatar es la
alegría de los japoneses por el triunfo y su actitud milenaria por la limpieza
y el orden. Esto no se consiguió de un día para otro, y a pesar de que en el
mismo Japón existen más de 1000 dialectos, ellos se entienden sin necesidad de
hablar. Han sufrido calamidades de la naturaleza, son muchos habitantes en
espacios pequeños territorialmente hablando, y perdieron una guerra que no era
suya, la segunda guerra mundial con dos bombas atómicas que acabaron con 2
ciudades enteras.
Me pregunto:
¿Necesitamos los colombianos más eventos adversos de la naturaleza como Mocoa,
Armero, Popayán, Hidroituango para aprender, o no ha sido suficiente tanta
violencia bicentenaria para saber que debemos cambiar?
Es el momento
de comenzar a definir si la escolaridad es suficiente o debemos comenzar a
darle valor a la “educación y cultura” como materia prima fundamental y de
obligatoriedad académica independiente del tipo de colegio, universidad e
instituto al que pertenezcamos.
El Estado
debe intervenir urgentemente en el comportamiento de la comunidad con
pedagogía, pero con sanciones tanto sociales como legales. El alcalde,
gobernador y presidente, primeras autoridades elegidas para gobernar, les toca
liderar dicho proceso, pero solo no pueden.
Dejo como
parte final, ya que merece más relevancia, a la familia. ¿Qué está pasando con
nuestras familias? Realmente en un blog como este es imposible hacer
diagnóstico, pero si algunas reflexiones. La buena o la mala educación nacen en
el hogar. Según el director nacional de Medicina legal, la violencia dentro de
las familias viene aumentando y sin pausa. No respeta estrato social ni
económico.
Lo que pasó
en las graderías del estadio de Rusia, el ingreso prohibido de sustancias
alcohólicas en el evento deportivo, es parte de la corrupción.
Epilogo:
La sociedad
colombiana, si bien no toda, está dando ejemplos de pésima educación, y eso es
reflejo de la corrupción que infiltró y sigue infiltrando todo en Colombia.
Nos estamos
haciendo el harakiri, borrando con el codo lo
que hacemos con las manos. Si algo era rescatable de los 8 años de Juan Manuel
Santos fue la buena imagen de Colombia en el exterior, eso es lo que pasa
cuando mentimos por fuera de lo que pasa por dentro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario