Penitencia

La confesión, sacramento de la reconciliación, como católico es un acto íntimo y secreto; a nadie podría interesarle, o le tendría sin cuidados lo que yo pueda pedirle a Dios por intermedio de un sacerdote.

Ahora bien, la penitencia puede hacerse pública a un ciclo íntimo de familiares y amigos. O igualmente me la reservo para mí solo. Posiblemente tampoco tendría valor alguno para los demás. 
Pero, viendo lo que pasa en el mundo expresar públicamente la tarea que me pone el sacerdote, ejercicio espiritual nada fácil, es: Renunciar a mí, renunciar a mi soberbia. 
Renuncio en el nombre de Jesús Cristo a mí mismo para que el que me vea lo vea. De verdad, no es fácil. Es de lo más difícil. 

Ante tanta pobreza y dolor humano que vemos a diario, solo puedo tener gratitud con la vida independientemente de mis propios sufrimientos; nada comparado con el que vive sin hogar, el que no tiene ese calor humano, ni un techo, ni comida y mucho menos amor alguno.
La penitencia propuesta que debo hacer es dura, como católico es una línea de acción clara y contundente, es un mandato. Pero hoy comparto la misma porque creo, independiente de los creyentes o de los agnósticos, renunciar a nuestra soberbia puede ser un gran paso.

En el libro “El regreso del hijo prodigo”, la parábola del amor del padre nos describe las tribulaciones de ambos hijos, el menor y el mayor; también nos muestra el amor del padre, que a su vez de padre es madre. Con esas reflexiones pensé esta es una forma de conseguir reconciliarnos entre todos, deponiendo las vanidades y la soberbia. 

¿Será que en Colombia podríamos hacer penitencias? ¿Cada uno durante un tiempo mientras damos un respiro al presidente, jueces y legisladores? El país necesita urgentemente una reconciliación, pero con desmanes y oídos sordos de parte y parte no lo veo viable. Pero es posible. 

Hoy (Noviembre 28 de 2019, Portafolio) lamenté profundamente que un editorialista de un periódico serio y reconocido en el país “invita” al presidente a hablar con el pueblo y los voceros, no por la invitación misma, bienvenida, es por el desconocimiento; o, ¿Será que es más leña al fuego? 
Si el editorialista que debe leer mucho, empaparse y tener una línea de tiempo de lo que hace el gobierno desconoce que durante 16 meses es eso exactamente lo que viene haciendo el presidente, hablando con el pueblo. 
¿Qué se espera del que no lee nada? ¿Del que solo sigue pantallazos de teléfonos? 
Nadie niega los problemas, los grandes conflictos y la injusticia del país, pero este no es un país de ángeles, lastimosamente. 

A mi manera de ver, nuestro presidente ha sido demócrata; lo demuestra el hecho que quienes lo apoyamos y quienes no lo hicieron, están exigiendo cosas que él no prometió. Está desarrollando lo que dijo en campaña y si somos honestos con nosotros mismos, está corrigiendo los errores que ha cometido. No hay nadie, ni hubo gobierno alguno, que no cometa errores. 

Bienvenido el debate y los aportes, pero con civilidad y respeto. 

*El regreso del hijo prodigo. Henri J.M. Nouwen. Meditaciones ante el cuadro de Rembrandt


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