Dia 16 camino a Belén

Oír nuestro nombre nos abre los ojos, nos dice que Dios nos conoce, que le interesamos, que nos ama. Él lleva nuestro nombre tatuado en la palma de su mano (Is 49, 15-16).

¿Cómo fue que llegué aquí a la cueva de Belén? ¿Por qué estoy yo delante de ti Jesús, cuando tantos hombres te ignoran o te olvidan? No son mis méritos, sino tu gracia; no es que yo te haya buscado, sino que Tú me buscaste a mí, me llamaste por mi nombre.


Y en mi nombre está contenida toda mi realidad, no sólo lo que me atrevo a mostrar, aquello de lo que me siento satisfecho o lo que en el mundo implica mi nombre, mi fama o mis logros.


No. Para ti, mi nombre comprende también mi debilidad, mi miedo, mis secretos y mis amores más escondidos. Y es en ese contexto que me has llamado. No me llamas por ser digno o perfecto, me llamas porque me amas. Y cuando me extravío, como a la oveja perdida, me llamas con más fuerza. ¡Cuánta seguridad debo sentir al saber que estás pendiente de mí!


Confío en ti y quiero que me llames, que me grites, que nunca dejes de buscarme.

Reflexión del padre Guillermo Serra 

No hay comentarios.:

Con tecnología de Blogger.