Leona
Leona, el libro.
“leída de un solo tirón” Jr.
No pretendo
revelar quien es el asesino, pero sumada a la introducción y a la visión liminar
del libro, mi exordio sobre Leona, que, en 171 páginas, su autor narra el humanismo
puro como lo conocemos de los imperios políticos, religiosos, filosóficos y
militares de la historia universal. Han sido ambientados en nuestra provincia
del norte del departamento de Bolívar, Colombia. Un recorrido magistral, una
pluma con un lenguaje fácil pero no por lo sencillo deja de ser elegante.
Para no repetir a
unos de sus introductores, por supuesto la cofradía universitaria es el ombligo
del mundo.
Acostumbrados a los escritores y traductores españoles que utilizan porche, vocablo feo, Eduardo recurre a una hermosa palabra, veranada, que le da un gusto exquisito a la descripción de su tierra natal evocando sus mocedades. Y , así en toda la novela nos sorprende un riquísimo léxico.
Leona, a pesar de ser la protagonista, vemos que el soliloquio por ratos ocupa un lugar preponderante en su narrativa como ocurre en la página 56 adentrándose en la figura paterna, cuando dice:” Cuanto más estudiaba más se acercaba al hombre y a sus sufrimientos y mas hacía por aliviarlos”.
Como novela,
trama una conspiración utilizando la interposición de los tiempos que en un
momento me hicieron recordar a Padura. Por supuesto, la nostalgia hace parte
fundamental del relato. Los recuerdos son para el hombre parte del presente
eterno.
A Eduardo Camacho
Piñeres, de quien antes he leído algunos de sus escritos, debemos resaltarle su
disciplina y su estilo. Cosa harto difícil es escribir y más difícil escribir
bien, Eduardo lo consigue y nos envuelve en su lectura. Y, por supuesto, nos
divierte.
“Eparquio, un baúl de chismes… lo escuché tantas
veces que tuve la sensación de haber estado durante toda mi vida flotando en la
superficie de una piscina sin enterarme lo que pasaba en el fondo “Leona, pág. 133 E.C.P
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